martes, diciembre 12, 2006

Se quedó en blanco.
De su cabeza no salían más notas, era como si por arte de magia todo su interior se volviera como un calcetín y sus ideas se desprendieran de sí. Sabía que tarde o temprano le pasaría. En aquella clínica ya se lo advirtieron
Esta extraña enfermedad te costará algo más que la memoria
Entre tanto, ella hacía caso omiso a las recomendaciones del doctor respecto a su medicación. Confiaba en su carismática sensibilidad creadora y daba por hecho que su divina y mimada inspiración nunca le abandonaría mientras padeciera esa extraña dolencia.
Por muchos intentos de evitar la toma de la poción sanadora (como ella llamaba a aquel potaje de píldoras) para no cobrar la cordura, Adela se había curado.
Ya soy normal... ¿qué hay de mi imaginación? He vuelto al mundo real donde los sueños envueltos de música sólo aparecen de forma repentina y efímera. Si me dejasen elegir seguiría como estaba.
Lo que ella ignoraba era la gran preocupación de sus allegados, tanto familiares como amigos la acompañaban en cada instante. Sus padres, en pocos meses habían envejecido como unos seis años, todo debido a la seriedad de la enfermedad. Hicieron todo por no perder a su única hija.
Adela estaba curada, ahora sólo tenía que adaptarse a la realidad y luchar por integrarse de buena manera en un ámbito que hacía mucho no contemplaba.
Lo único que le preocupaba era el miedo al vacío. Un pentagrama en blanco era el gran desafío para ella en estos momentos. Pidió que la dejaran sola frente al atril, quería centrarse en su trabajo, aquél que le despojó de la cordura.
En casa nadie había tocado nada, todo quedó tal y como Adela lo había dejado. Se sentó en su butaca y de su bolso sacó algunas piezas de papel arrugado... sus intentos de crear música en aquel sanatorio mental habían sido en vano. La medicación, las continuas interrupciones, los horarios de luz, etc. impedían que Adela continuase con su trabajo.
Encendió el flexo, sacó del cajón su cuaderno, una regla y empezó por trazar las líneas. Era una especie de ritual, los cuadernos de pentagramas le aburrían enormemente, pues no le daban opción en pensar antes de mirar los espacios. Sin embargo, entre trazo y trazo Adela lograba imaginar una historia que le diese forma esa música que finalmente plasmaría en aquellas páginas.
Todo estaba en ella, lo único que le quedaba era no obsesionarse... así, su inspiración no se sentiría intimidada ni presionada.



ESCRIBE ALGO

domingo, diciembre 03, 2006

Cuentito


El pequeño elefante que lloraba desconsoladamente seguía su camino por la espesa selva que lo vio nacer. Esta vez él solo se tendría que enfrentar a la más dura de las pruebas, pero estaba dispuesto y satisfecho de lo que le había tocado. Mientras... seguía llorando. Pero, ¿qué le pasa a nuestro elefante? No se sabe por qué, pero por cada paso que daba una lágrima soltaba.
En el trayecto iba encontrándose con diferentes personajes, hijos de la misma selva. El primero en pararle fue un camuflado camaleón.
-Buenos días elefantito, ¿qué te pasa? ¿por qué lloras? ¿acaso será porque eres azul y diferente al resto de la manada? No te preocupes, yo también cambio de color y es divertido, si es eso lo que te preocupa- continuó diciendo.
Mientras, elefante callado y con los ojos más vidriosos seguía su camino soslayando a aquel preocupado reptil, hasta dar con una fiera leona que acababa de ser mamá.
-Buenos días elefantito, ¿por qué lloras?, ¿acaso será porque te has perdido de tu mamá? Si quieres puedes venir conmigo y juntos la encontraremos. Esta vez el elefante levantó la mirada hasta poder visualizar a la mamá leona para responderle entre sollozos: -No se preocupe, no es eso lo que me pasa, tengo que seguir mi rumbo, tú ya tienes una responsabilidad, cuidar de tu camada-
Y sin pararse para volver a mirarla siguió andando con su pequeño rabito entre las patas.
Caminaba y caminaba hasta topar con un pequeño ratón... a nuestro triste amigo siempre le habían dado miedo los pequeños animalillos, sin embargo, y pese a su temor, se mostró curioso frente al diminuto roedor. Nunca había visto nada igual, pequeñito, orejón y con el hociquito rosa. De repente dejó de llorar y se dirigió al susodicho para saciar su curiosidad, siempre y cuando manteniendo la distancia- ¿Qué eres? Nunca había visto nadie como tú
-Soy un ratón- contestó el animalillo curioso de ver un elefante triste- ¿Por qué lloras elefante azul? ¿acaso lloras porque eres pequeño? Yo soy el más pequeño de mis hermanos y no estoy triste... es divertido.
El joven elefante, sin dejar de repartir lágrimas esbozó lo que podría ser un intento de sonrisa... pero fue muy breve, siguió caminando hasta que el hambre le impidió el paso. Entonces fue cuando se acordó de esos personajes con los que se había encontrado y se dijo...Soy azul, busco a mi familia y soy muy pequeño... ¿acaso no es motivo para estar triste?
Pero lo que nadie, ninguno de esos personajes le había preguntado era qué estaba buscando y si era eso lo que le motivaba a llorar desconsoladamente. Y es que no todo elefante tiene como padre a un ciempiés descalzo perdido entre la maleza. Se avergonzaba de responder... y triste y cabizbajo siguió su camino.
ESCRIBE ALGO
pasa el puntero del ratón por encima, le encanta jugar con él